Con autoridad y grandeza

01/01/2017

Cuando anoche llegué a la redacción de El Observador -apenas consagrada la clasificación del tricolor- y comenté que Nacional había realizado un gran partido, me llovieron las críticas. Me tildaron de exagerado. Aunque seguía convencido de que en el Estadio Centenario había asistido a uno de los planteamientos más inteligentes realizados por un equipo uruguayo en los últimos tiempos, igual dejé margen para la duda y me pregunté si realmente el equipo dirigido por Gerardo Pelusso era merecedor de tantos elogios... (Columna de opinión del periodista Luis Eduardo Inzaurralde)

En una de esas le había errado al clavo, aunque nadie me iba a borrar de la retina la expresión de los futbolistas albos, de jugar con dientes apretados, trancando como nunca y aferrados al gol que lograron de visitante y que los colocaba en las semifinales de la Libertadores.

Al interrogarme sobre la actuación de Nacional, inmediatamente concluí: la actuación es exitosa dependiendo del cristal con el que se mire. Si el espectador fue al Estadio para ver show, fútbol bonito, magia y talento individual y colectivo se había equivocado de espectáculo. Tenía que ir a ver al River de Carrasco, capaz de ganar por cinco goles o perder por cinco. La Copa Santander Libertadores es otra cosa. Es un juego de estrategia, muy parecido a las Eliminatorias, en donde poco importa el fútbol vistoso y mucho se valora la efectividad para defender y cuidar cada ventaja que pueda surgir en el campo.

Por tanto, por los antecedentes de los equipos uruguayos en los torneos internacionales, el empate 0-0 ante Palmeiras fue como un triunfo magnífico para Nacional, porque lo que lograron los albos ayer lo consiguieron con inteligencia, autoridad y supieron desplegar en el campo toda su grandeza a partir de rendimiento individuales que sostuvieron toda la estructura (Matías Rodríguez, Coates, OJ Morales, Arismendi). Así es como se juega la Copa y nada menos que ante equipos brasileños, que reiteradamente dejaron a los uruguayos fuera de competencia.

Por un momento me sentí como en la noche de 12 de octubre de 1988 cuando Nacional le ganó a Newell’s y clasificó a las semifinales. Es cierto que aquella vez el equipo de Fleitas tuvo más caudal de fútbol que anoche, pero tuvo tanta fortaleza anímica ayer como hace 21 años para resistir e imponer la clasificación tricolor.

Y ahora que soplan vientos exitistas y todos olvidan los duros cuestionamientos a los que fue sometido Gerardo Pelusso hace exactamente un año, cuando incluso se montó una campaña mediática para desestablizar el proceso del entrenador albo, es momento de ponerse de pie y aplaudir la gestión del presidente Ricardo Alarcón que bancó el temporal y confío en el hombre que creía podía llevar a Nacional a buen destino. Quizás no pase de semifinales, o quizás gane la Libertadores y el Uruguayo, pero sin dudas el equipo tricolor quebró una larga racha adversa y eso no se lo quitará nadie a Pelusso ni a Alarcón.

Luis Eduardo Inzaurralde

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